Días donde el sol me limitaba los pasos,
Días donde me sentía intranquilo y pasivo,
Días donde me preguntaba que era el amor y el cariño...
Un día como otros, sólo espacio y tiempo,
El paso de los segundos y momentos me trajo a mi... un saludo que cambiaría mi vida.
Y fue allí donde la conocí, una mujer tranquila, sincera y Serena,
Su paz y realidad distorsiono mi surrealismo.
Su figura delgada y esbelta,
Ojos de pupilas cafés y pequeños que hipnotizan,
Rostro delgado y pucheros infantiles,
La luz del sol brillando sobre ella, cual hermosa doncella siendo bañada por la danza de luz de luna,
Sonrisa casi perfecta y mágica,
Su voz sólo resonaba entre mis oídos dando paso a la mejor Sonata clásica,
eso sentí sólo al verla, al saludarla, al escucharla...
Esa tarde supe que me alejaría y mi corazón jamás la olvidaría,
Supe que mi cobardía me derrotaria y huir sería mi peor decisión.
Y hoy:
El cielo me entona está canción,
La presión de mis sentimientos se desbordan,
Brotan anhelando tus labios,
Tomarte de la mano y sentir la calidad de tu alma,
Ver las estrellas y escribir tu nombre en el nocturno firmamento,
Eres la princesa danzante,
No halló palabras para verter mi alma del pasado y pedir perdón por mi fallo.
Recuerdo ese día en que te vi por primera vez, una tarde normal y común... Pero que sería el inicio de mis memorias.
Lamentos de un Arlequín
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