viernes, 19 de febrero de 2016

heridas de acero

 El acero penetra en su alma, conciliando el sueño profundo en su haber, como si la extinción de las lágrimas fuera posible y en su aberración corroe la frustración.
Limitando los pensamientos decide perderse en el desangrar de sus anhelos, simples deseos de honor y orgullo. Sus lamentos proclaman el nacer de una Luna sangrienta y solitaria, cual si fuera el mismo infierno sobre el cielo... derramando la saliva gástrica sobre las bestias que despegaron la piel de sus músculos.

Entre gemidos y susurros, su corazón dejó de bombear sangre y la mentira que vivió, se tornó en su realidad mortal.

La sal que llega a sus heridas y el azufre entre sus fosas nasales, perpetúan la imaginación de estar en el infierno sin haber muerto aún, y es que sus heridas y recuerdos lo poseen hasta el más profundo de sus malditos sentimientos.

Lamento de un Arlequín

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