En este lluvioso verano de febrero, sonrió nostálgico ante mis recuerdos.
Perdiendo poco a poco el anhelo que un día sentí tras cada beso tuyo.
Camino silencioso y pensante, tratando de vislumbrar aquellos momentos en que te conocía un poco más, disipando la duda y el desconocer de tus miradas.
Así fue como sin prisas me fui enamorando de ti, de tu silencio, de tu sonrisa, de tu poca sabiduría... así fue como te adentraste a un corazón solitario y vacío, con ansias de amar y ser amado.
Una mañana de febrero vi mi vida sin sentido y una tarde de agosto te vi, mi vida ahora recobraba su valor y existencia.
Entre la gotas débiles y casi intangibles, mi alma escapara en mis suspiros, frágiles y risueños.
Pasos casi destructivos, duro golpe a la tierra y la ira de haberlo perdido todo por tu falta de sinceridad.
No eres más que parte de mis recuerdos, de mis sueños, de mis...
Aunque clame la piedad del olvido y la expiación de mis sentimientos... me siento derrotado al pensar que la soledad es el precio a pagar por mi insolencia al amar, negar el amor y todo su esplendor.
Me despido de ti.. mi amada hecate, mi musa y fuente de alegoría... me alejo por un mañana sin piedad y lleno de valor... me marcho para volver al lugar que jamás debí abandonar "dónde yace mi alma escondida desde el día de tu partida".
Adiós... mi único amor.
Lamento de un Arlequín
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