Evocando su alma el halló un bello resplandor,
Luces tenues y cálidas,
Destellantes e impregnadas de dulzura y cariño,
Entre cada suspiro naciente desde su interior,
Pudo sentir como las miradas se entrelazan,
Brotando un sentimiento de desconcierto y alegría detonante,
Ella... quién lo trajo de la desesperación.
Ella... quién lo guió de la oscuridad hacia la luz.
Ella... quién lo salvó de la guerra y trajo consigo paz.
Ella... sí, ella... quién con su presencia le dio una razón para creer de nuevo en la lealtad de una emoción.
Sus labios se rozaron, llenando de gozo sus almas,
Sus manos se tocaron y el universo tembló,
Sus respiraciones se sincronizaron y por un instante fueron uno sólo.
Miles de adjetivos fueron pensados, pero sólo un sentimiento fue naciendo... sí, él ha hallado la fórmula hecha mujer para por siempre sonreír y un futuro de nuevo poseer.
Con todo el cariño y anhelo que siento por ti,
Hoy escribo estas líneas impregnadas de ti.
Por siempre feliz... a causa de tu existencia.
Mi corazón y mi ser van siempre a observarte.
Lamento de un Arlequín.
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